Perdón por sentirme de otro planeta,
pero me gusta cuando las cosas son mi pequeño descubrimiento
y me irrita cuando se hace público.
Por eso escribo, por eso invento, por eso dibujo,
para ser rey de mi propio mundo.
Irrepetible.

viernes, 30 de marzo de 2012

"El hombre de tinta"


(Se merece este lugar por ser mi primer cuento bien escrito)


Garabateaba. Eloisa garabateaba ensimismada, cabizbaja, endulzada por una suave melodía arrastrada desde no sé dónde. Quizás del rasgueo de la pluma contra su apergaminado diario, mezclado con el tamborileo de un corazón entusiasmado.
Era una siesta, llovía estrepitosamente y Eloisa escribía, garabateaba y escribía. Armaba y desarmaba historia



-¿Por qué me miras de esa forma, d
iminuto hombre? --preguntó Eloisa.s, historias con lágrimas que se deshacían y que terminaban chorreándose por el borde de la hoja; historias con risas que se arrastraban de página en página sujetándose el abdomen... Historias con princesas, reinos lejanos y castillos, un príncipe que la llevaba a pasear en un corcel blanco de crin dorada y un mendigo que la observaba inquieto escondido detrás de un punto.

-Porque tus dulces manos me dieron la vida, y tu gran corazón un hermosos transcurrir, pero aún no entiendo qué parte razonable de tu fisiología ha tenido la ocurrencia de dejarme morir tras estas hojas.

-¿A qué te refieres, pequeño hombrecito de tinta?

-A que bastará dar vuelta esta página y mis cantares se acabarán. Dejaré de dramatizar para los niños, de recitar para los grandes, y tú lo sabes.

La joven pensó en el final del cuento. pensó y no comprendió.

-Yo no te he dado un final aún.

-Pero al príncipe sí, y a su caballo de crin dorada, y a las princesas, los castillos, y hasta los reinos lejanos tienen un fin sembrado de paz y aspirando prósperos futuros --el hombrecito posó finalmente sus ojos por comillas en la mirada color mate cocido de Eloisa-. En cambio yo no tengo nada, nada de eso...

La joven primero agachó la cabeza avergonzada ante las acusaciones de la criaturita; después se le estremeció el corazón al pensar que tenía razón, que había sido insensible e irresponsable con su creación; y por último tomó firmeza, iba a solucionar aquello, si bien el hombrecito era un personaje más también era ¡"ese" personaje más!. Así que tomó su pluma y escribió, escribió, escribió...
El hombrecito se deslizaba por las hojas del diario, de hazaña en hazaña, de intrigas a escapadas, de amistad a enamoramiento. Sí, la intrépida filigrana tenía corazón y en él llevaba grabado con quiones, firuletes y barras: "Eloisa, te amo". Prontamente, Eloisa se dio cuenta, y no supo qué hacer.
-¿Entiendes que somos como río y mar? ¿Cómo pez y ave? ¿Cómo luna y sol? --repetía ella queriendo hacerle entender que lo suyo era imposible.
-¿Y tú entiendes que aunque no tenga caballos de crin dorada, reinos lejanos o títulos para hacerte princesa lo mismo tengo cosas para que seas feliz?
-No necesito nada, mi fiel criatura, más que tu amistad, sólo eso --decía Eloisa a la vez que se le partía el alma en muchos pedacitos como papel.
-Entonces toma mi corazón.
Y dicho esto, el hombrecito desprendió los botones de su camisa, cavó un pozo en su pecho azul tinta china y sacó de ahí una penosa letra "O" toda estrujada. Eloisa miró la O y después a su hombrecito. Estaba triste, pero no quiso soltar lágrimas para que el hombrecito no se borrara tan rápido, quería despedirse, y así lo hizo, y ahí si lloró y lloró y armó hombrecitos salados hechos con esas lágrimas para recordarlo, pero ese es otro cuento...


1 comentario:

  1. Que tierno escrito colega ._.

    Gracias por abrir este espacio y compartir tus obras en la web.

    Espero ver muchas más de tus producciones por acá. Y como ya te dije, contas con mi apoyo para ir retocando este blog. :)

    Saludos señorita. -_-

    PD: De nuevo, gracias por enlazarme. :P

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