Pon sobre la mesa tu semblante enajenado
Esa daga caprichosa que llevas
entre la ropa
ansiando herirme.
Pon sobre la mesa tus ideas más
sombrías,
tus planes desquiciados
Y llévame hasta lo profundo de este sueño
Directamente hacia el lado más oscuro de mi vida.
No escatimes con palabras,
tan solo suéltalo
Cada sonido que sale de esa boca
acabará con lo que queda de mí.
Comienza ya,
desnúdate entero,
Y verás cómo de pronto se vuelve hacia ti.
__________________________________________
Después de todo
Queriendo hablar de amor.
Dos palomas grises en pleno vuelo
Contra un frío cielo;
Después de todo…
Éramos la brisa equinoccial que de tu mano
Sucumbió entristecida
A una eterna oscuridad.
Oteando entre los pliegues de un confuso destino,
Reclamando aquel antiguo designio de amistad.
__________________________________________
Eras tú con el carisma de la noche
Eras tú como una rosa marchita
Prendándome con tu misterio
Coloreando de rareza mi vida.
Eras tú el hollín y eras la lluvia,
Que cubría sin mesura la ventana
Que se abría día tras día hacia mi alma
Dibujando para ti la ansiada calma.
Eras tú un regalo decoroso,
Que el destino trajo a mí una madrugada…
Y por dejarse cautivar por las estrellas
Escribió en nuestras pieles algo nuevo…
Cuerpo a cuerpo
Nos hallarían las mañanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario