Perdón por sentirme de otro planeta,
pero me gusta cuando las cosas son mi pequeño descubrimiento
y me irrita cuando se hace público.
Por eso escribo, por eso invento, por eso dibujo,
para ser rey de mi propio mundo.
Irrepetible.

jueves, 29 de marzo de 2012

1. "Pienso, luego existo"

La filosofía de la incoherencia,
que coherentemente, es la más acertada.
La verdadera naturaleza de las cosas está en la mente de quien las piensa por primera vez. Si alguien piensa que algo es posible… pues, así lo será. ¿Cuál es el punto de esto? La probabilidad de que las utopías no existan, que aquellos deseos alocados y esos sueños inalcanzables sean tan reales como el que los imagina. Así es, como el ser pensante se vuelve poderoso, las ideas vuelan a mil por hora tornándose reales por el hecho de ser pensadas, atravesando barreras, tomando formas corpóreas. Por otro lado, en un mundo donde todo es posible, un sueño fácilmente se vuelve tangible, y temerle a lo que está expectante por existir se vuelve rutinario. Es más que indiscutible, si nuestros deseos se realizan, nuestras pesadillas también; si alguien es capaz de imaginar la luz, alguien en otro lado del mundo estará imaginando la oscuridad.

Hay quienes exploran cada vértice de este suceso, seres que de verdad creen en el poder inigualable de la mente, conviviendo con las más extrañas experiencias y a la vez las más estimulantes. La inconsecuencia con la que se manejan estas personas, la libertad de sus almas, iluminan terrenos vastos donde pocas veces la fe se asoma; pese a esto, es más aún grande la cantidad de sitios donde los sueños y las ideas se enclaustran sin animarse a la solidez del exterior, de modo que por esta razón que viven, para luchar contra ello, contra el congelamiento de esa imaginación que alimenta al mundo, y que lo hace andar.

Ahora, la efectividad de esta batalla con características tan peculiares, depende puramente de la falta de cordura de aquellos que piensan, porque no hay pensamientos más inocentes que aquel que no sabe lo que hace. Las psicopatías de rango muy elevado llevan a perderse en esa realidad inventada, las de menor grado, ayudan a mantener los pies en la Tierra, y es cuando se puede manejar a placer este don de imaginar y crear.

Y es la odiosa necesidad de tener un por qué para todo lo que me lleva a indagar… ¿Y para qué crear estas imágenes? El fin, de poca claridad, es la supervivencia. Imaginar positivamente nos guiará hacia el éxtasis de la esperanza; pensar que alguien nos espera en algún lugar, que pronto nos amará, hace que ese alguien exista y nos llene con su ideal de presencia. Cabe destacar, que para los seres que anteriormente cité, la supervivencia va más allá de ese egoísmo. Ellos desean cosas aún más grandes, con un poder más abarcador, sutil en sus modos de mostrarse, pero sumamente trascendental.

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