Perdón por sentirme de otro planeta,
pero me gusta cuando las cosas son mi pequeño descubrimiento
y me irrita cuando se hace público.
Por eso escribo, por eso invento, por eso dibujo,
para ser rey de mi propio mundo.
Irrepetible.

martes, 10 de julio de 2012

7. Ana


"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar 
indefectiblemente, te encontrarás a ti mismo, y ésa, 
sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas."
                                                                       Pablo Neruda



Ana se paseaba de arriba abajo por una estrecha oscuridad. Se estaba muy solo ahí entre la niebla, parecía un mar tenebroso y sin fin. De vez en cuando aparecía una luz tenue en el horizonte, como un amague de alborada, pero no era más que una ilusión, o quizás, la salida de aquel lugar, que al igual que Ana deambulaba perdida. No sentía su cuerpo, únicamente esa impresión rara de quien despierta de una pesadilla, sólo que ella no recordaba haber soñado nada. No sabía si el tiempo pasaba, si había estado ahí hace un día o un año, ni si quiera en qué momento había aparecido, ni en qué lugar de esa negrura se había descubierto parada, sólo sabía, que allí estaba.
Todo se trataba de ella y sus pensamientos. Ana quería salir, por primera vez desde que estaba allí, pero no entendía muy bien cómo hacerlo. Quería estar en paz con ella misma, se había dado cuenta que su mente se hallaba pesada, como un yunque al cual arrastrar, y debía darse prisa y eliminar tanto escrúpulo de sí misma, antes de que terminara de consumirla.
“Quizás no merezca la pena, por qué esforzarse justo ahora si en la vida hice nada… Quizás sea mi oportunidad de brindar un alivio a todos, aunque al principio no les guste…”
“O quizás… Quizás sea tiempo de reivindicarme, de mejorar las cosas… No, claro que no. Ya no poseo ganas de volver, aunque tampoco me quiero quedar aquí…”
“¿Por qué algunos destinos son tan borrascosos? ¿Por qué me pasé la vida buscando el ‘Por qué’, desperdiciando el ‘Cuándo’, haciendo trizas el ‘Cómo’, el ‘Quién’, el ‘Dónde’…?¿Por qué siempre me empeciné en hacerlo todo más difícil, melodramatizar cada instante? Claro, yo no tengo la culpa de mi histrionismo, ni mis dones, ni mis gustos, pero… no soy la única persona del mundo, aunque soy la única que se lo complicó así…”
“¡Mierda!”
Y si. Se la había pasado auto-analizándose, auto-medicándose, auto-auto-todo… Quería ser un archipiélago, pero recién allí, sepultada en aquella niebla, había logrado entender que era una isla, solitaria y egoísta. Y era por eso que le costaba ser amada, amar y amarse. Si su vida se había desmoronado era su culpa, por no quererse y aislarse. Ése, era el sentido de su internamiento en aquella oscuridad, y ahora debería despertar, o seguir alejándose cada vez más y para siempre.







viernes, 6 de julio de 2012

6. Escombros



"[...] Por dentro, y a veces por fuera, nos pasó una tormenta,
un vendaval, y esta calma de ahora tiene árboles caídos,
techos desmoronados, azoteas sin antenas, escombros."
                                        M. Benedetti (Primavera con una esquina rota)


Su destino se volvía más y más oscuro a medida que avanzaba, literal y poéticamente. Su alma se deshacía en saladas lágrimas que nadie oía al caer sobre su rostro, ni siquiera él, a pocos centímetros, irradiando dolor y furia. La luz crepuscular entraba a través de la única cortina corrida, y las sombras caían fríamente sobre sus pensamientos, flotando tristes entre esos últimos momentos que compartiría con él. Ninguno de los dos se imaginaba lo que estarían a punto de vivir; de no ser así, jamás hubiese sucedido.

Segundos más, segundos menos.

Había encontrado finalmente la pieza faltante. Había llenado el vacío y encontrado esa guía que su corazón había anhelado tanto tiempo, la cura, el bálsamo que aliviaría todos los pesares. ¿Pero qué sucedía, no era suficiente, se había equivocado? ¿Había estado tan cerca de conocer la eternidad, y al llegar al final solo halló un abismo? ¿O estaba equivocada ahora, siendo negligente, sin aportar nada…? Se creía sin fuerzas para afrontar la verdad, pero cada que se acercaba el momento, el coraje se desviaba hacia otros caminos, siempre contusos, pero que eran el simple precio del amor.

Se levantaron de la cama, tuvieron una de sus tantas discusiones causadas por ella, traída desde el tuétano por su irritación, por la desconfianza. Creía que nadie podía amarla, y le parecía ridículo que alguien como él estuviese a su lado sin mentir. Y todo se calmaba, o casi siempre, no como aquella vez, que se marchó dando un portazo y pese a sentir como un imán la jalaba de vuelta, juntó valor para llegar hasta la calle, y no volvió. Pero, el destino había hecho bien sus deberes esta vez, y ella torpemente se volvía el sabueso que destrozaba lo escrito, e iba derrochando una por una sus oportunidades... Pasado el tiempo comprendió, que el error seguía siendo ella, y sólo tenía dos opciones, la de volver a lo que era, o descubrir algo totalmente nuevo, quizás, al lado, de todos aquellos rostros que tenía abandonados.

Y en ese flash, en ese correr de diapositivas, no vio como el destino, por fin le arrebataba la vida.