Perdón por sentirme de otro planeta,
pero me gusta cuando las cosas son mi pequeño descubrimiento
y me irrita cuando se hace público.
Por eso escribo, por eso invento, por eso dibujo,
para ser rey de mi propio mundo.
Irrepetible.

viernes, 6 de julio de 2012

6. Escombros



"[...] Por dentro, y a veces por fuera, nos pasó una tormenta,
un vendaval, y esta calma de ahora tiene árboles caídos,
techos desmoronados, azoteas sin antenas, escombros."
                                        M. Benedetti (Primavera con una esquina rota)


Su destino se volvía más y más oscuro a medida que avanzaba, literal y poéticamente. Su alma se deshacía en saladas lágrimas que nadie oía al caer sobre su rostro, ni siquiera él, a pocos centímetros, irradiando dolor y furia. La luz crepuscular entraba a través de la única cortina corrida, y las sombras caían fríamente sobre sus pensamientos, flotando tristes entre esos últimos momentos que compartiría con él. Ninguno de los dos se imaginaba lo que estarían a punto de vivir; de no ser así, jamás hubiese sucedido.

Segundos más, segundos menos.

Había encontrado finalmente la pieza faltante. Había llenado el vacío y encontrado esa guía que su corazón había anhelado tanto tiempo, la cura, el bálsamo que aliviaría todos los pesares. ¿Pero qué sucedía, no era suficiente, se había equivocado? ¿Había estado tan cerca de conocer la eternidad, y al llegar al final solo halló un abismo? ¿O estaba equivocada ahora, siendo negligente, sin aportar nada…? Se creía sin fuerzas para afrontar la verdad, pero cada que se acercaba el momento, el coraje se desviaba hacia otros caminos, siempre contusos, pero que eran el simple precio del amor.

Se levantaron de la cama, tuvieron una de sus tantas discusiones causadas por ella, traída desde el tuétano por su irritación, por la desconfianza. Creía que nadie podía amarla, y le parecía ridículo que alguien como él estuviese a su lado sin mentir. Y todo se calmaba, o casi siempre, no como aquella vez, que se marchó dando un portazo y pese a sentir como un imán la jalaba de vuelta, juntó valor para llegar hasta la calle, y no volvió. Pero, el destino había hecho bien sus deberes esta vez, y ella torpemente se volvía el sabueso que destrozaba lo escrito, e iba derrochando una por una sus oportunidades... Pasado el tiempo comprendió, que el error seguía siendo ella, y sólo tenía dos opciones, la de volver a lo que era, o descubrir algo totalmente nuevo, quizás, al lado, de todos aquellos rostros que tenía abandonados.

Y en ese flash, en ese correr de diapositivas, no vio como el destino, por fin le arrebataba la vida.




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